Bates y arepas: el boom del softbol criollo une a la diáspora
El softbol criollo está armando redes y oportunidades en la diáspora.
Mientras medio mundo hace siesta los domingos, en parques de América y Europa suena el choque del bate criollo. ¿La jugada? Ligas de softbol venezolano que están juntando familias, oportunidades y orgullo, con sabor a arepa y guante de cuero.
Domingos de bateo y abrazos
En ciudades con fuerte presencia venezolana, el softbol se volvió ritual de fin de semana. Es más accesible que el béisbol reglamentario, permite equipos mixtos y abre espacio para quienes no habían tocado un diamante. El plan es sencillo: parque, amigos, un cooler y la bandera tricolor presidiendo la grada.
El resultado: chavalería corriendo bases, abuelos aplaudiendo y ese “¡dale, que tú puedes!” que nos acompaña desde el barrio. La pelota viaja y, con ella, el sentido de pertenencia.
Más que deporte: red de apoyo
Lo que arranca con un line-up termina en red. Entre innings aparecen contactos de empleo, alojamiento temporal y datos útiles para recién llegados. También es salud mental: el dugout se vuelve terapia colectiva contra la nostalgia.
“El dugout se volvió mi sala. Llegué sin conocer a nadie y hoy tengo equipo, trabajo y un lugar donde celebrar las pequeñas victorias”.
Detrás de cada juego hay intercambio de saberes: desde cómo homologar un título hasta dónde encontrar harina PAN. Así, cada domingo se arma un mapa invisible de apoyo mutuo.
¿Cómo encontrar tu equipo fuera de casa?
Si te pica el guante, hay rutas simples para ubicar una liga o grupo recreativo en tu ciudad. Busca en redes sociales con palabras clave como “softbol venezolano + tu ciudad”, revisa grupos vecinales y páginas de parques municipales. También suelen surgir chats comunitarios por zonas.
Los formatos varían: algunos son encuentros abiertos y otros piden contribución para alquiler de campo o uniformes. Confirma horarios y normas del parque y evita compartir datos sensibles hasta verificar a los organizadores. La idea es jugar seguro, en buena lid y con respeto al entorno.
Orgullo que se hereda
Las ligas no solo reencuentran a adultos con su infancia; también siembran identidad en los más pequeños. Entre acentos mezclados y high-fives, se cocina un futuro donde la venezolanidad se lleva con alegría y puertas abiertas.
Porque cada elevado al jardín es una manera de decir “aquí estamos” y cada arepa postpartido, una brújula que siempre apunta a casa.
La última palabra del juego
Si juegas, arbitras, tomas fotos o simplemente animas, esta historia también es tuya. En Veneco creemos que la diáspora se fortalece cuando se mira a los ojos y se pasa el bate. Cuéntanos en qué ciudad te reúnes y qué aprendiste de tu equipo: que la próxima crónica la escribamos juntos, desde tu diamante.