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Domingos de softbol: la red silenciosa que impulsa a los venezolanos afuera

Venezolanos jugando softbol en un parque urbano al atardecer, con familias alrededor y ambiente de comunidad.

¿Y si el primer “currículum” que entregas afuera no es de papel, sino un batazo un domingo? En parques de ciudades tan distintas como Madrid, Bogotá o Santiago, los juegos de softbol de la diáspora venezolana se volvieron algo más que deporte: son una red viva de apoyo, empleo y pertenencia.

Qué está pasando en los parques

Los domingos, cuando el sol afloja y el pasto huele a casa, equipos armados por boca a boca y grupos de mensajería se juntan a jugar. Entre innings se cruzan datos: quién busca mesero, quién necesita roomie, quién recién llegó y anda desorientado. La pelota viaja y las oportunidades también.

Es un fenómeno orgánico, sin grandes carteles ni patrocinios: comunidad pura. Para una población venezolana en movilidad que supera los siete millones según reportes de la plataforma R4V (coordinada por ACNUR y OIM), estos espacios son anclas emocionales y prácticas.

Cómo funcionan estas “ligas de oportunidades”

Hay un chat para coordinar la cancha y otro para compartir vacantes. El que arbitra también hace puente entre recién llegados y veteranos. Nadie promete milagros: se comparten contactos, se dan referencias responsables y se recuerda que el juego es de todos. Si te quedas sin guante, siempre aparece alguien con uno extra.

“No es solo nostalgia: es una brújula. En cada roletazo se nos ordena la vida y se abre una puerta.”

Más que deporte: salud mental y red confiable

El domingo de softbol baja la ansiedad, trae rutina y devuelve una palabra clave: confianza. Esa misma confianza sostiene recomendaciones laborales que, bien cuidadas, se traducen en contratos, clientes o primeras entrevistas.

Oportunidades que nacen del diamante

Entre carreras y arepas, florecen emprendimientos: quien lleva jugos termina vendiendo por encargo; quien diseña logos arma el flyer del torneo y suma clientes; quien cocina organiza un sancocho colectivo y sale con pedidos para la semana. Todo con una regla de oro: claridad y respeto por el tiempo y el trabajo del otro.

Señales de red sana (y banderas rojas)

Red sana: recomendaciones transparentes, verificación básica, nada de cobros por “asegurar” empleo y mucho cuidado con datos personales. Banderas rojas: promesas de papeles exprés, pagos por adelantado o presiones para decisiones rápidas. Si algo suena demasiado bueno para ser cierto, párate en segunda y piensa.

Dónde encontrarlas sin perder la esencia

No hay un mapa único. Suele haber movimiento en parques grandes y canchas públicas de ciudades con comunidades latinas. Pistas: pregunta en mercados latinos, revisa grupos barriales y busca “softbol venezolano + tu ciudad”. Mantén el bajo perfil: llega con respeto, ofrece ayuda y escucha antes de pedir.

Si quieres contexto sobre la magnitud de la movilidad venezolana, consulta la plataforma R4V (coordinada por ACNUR/OIM) en su sitio oficial: r4v.info.

Un aprendizaje que se queda

Lo que empieza con un batazo termina enseñando cómo presentarte, negociar horarios, cuidar tu reputación y, sobre todo, cómo sostener a otro. Porque esas ligas no solo suman carreras: multiplican confianza.

Cierre Veneco: Si tienes una historia de cancha que te abrió una puerta, cuéntanos. En Veneco creemos que cada jugada cuenta. Donde haya un guante prestado, habrá una oportunidad que merece ser celebrada. ¿Nos compartes la tuya?

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